El retail o comercio minorista es uno de los sectores más transformados por la COVID-19, tanto de forma positiva como negativa. Los supermercados, las farmacias y los negocios con plataforma e-commerce han podido abastecer al consumidor de bienes esenciales y, por lo tanto, han salido airosos de la crisis.
Al mismo tiempo, las tiendas cerradas y las fuertes caídas en consumo no esencial han forzado a muchos minoristas a tomar decisiones difíciles, incluyendo el cierre temporal o permanente de sus puertas y la suspensión de empleados.
En este artículo, nombramos las cinco tendencias que la crisis del coronavirus creará o acelerará con un impacto duradero.
1. Aumento de la compra electrónica
El cambio de hábitos durante la crisis, las repercusiones psicológicas del confinamiento y un posible rebrote de la enfermedad han provocado que muchos consumidores de todas las edades prefieran ahora comprar online.
Cuanto más se prolongue la crisis, mayor será la probabilidad de que las compras en línea y el mercado omnicanal sean parte de la nueva normalidad.
Este cambio se ha manifestado en todos los artículos, como los bienes esenciales (comestibles). En el sector de la moda, por ejemplo, esta tendencia no ha conseguido compensar las pérdidas que han supuesto el cierre de las tiendas físicas. Más que nunca, los locales deberán esforzarse en ofrecer experiencias únicas a sus clientes.
2. Seguro, fresco y de proximidad
Los minoristas han reforzado las medidas higiénicas para proteger a los clientes y empleados frente a un rebrote del virus. A corto plazo, los comercios con sistemas de pago y de almacenaje ‘contactless’ pueden disfrutar de una ventaja competitiva. A largo plazo, la tendencia podría ir hacia un enfoque en mayor seguridad, una demanda de alimentos frescos y un estilo de vida más saludable.
3. Foco en la relación calidad-precio
Salvo excepciones, los consumidores planean reducir el gasto a corto y mediano plazo, especialmente en productos no esenciales. Por otro lado, como en cualquier recesión económica, los consumidores buscarán más que nunca aumentar el rendimiento de su dinero. Esto ya está sucediendo en categorías esenciales: las ventas de marcas blancas en supermercados y farmacias ha aumentado, como lo han hecho las promociones centradas en precios.
4. Flexibilidad de la mano de obra.
La crisis de la COVID-19 ha enfatizado la necesidad de una asignación de recursos más flexible que podría favorecer nuevos modelos de colaboración entre el minorista y su cadena de suministro. Esta tendencia permitiría que los trabajadores cumplan con la demanda en las actividades prioritarias.
5. ‘Deslealtad’
La escasez de productos ha provocado que los consumidores prueben nuevas marcas e incluso cambien de hábitos. La disponibilidad, unido a consideraciones de seguridad, han sido factores determinantes a la hora de convencer al comprador. Tras la crisis, muchos consumidores declararon haber probado por primera vez marcas o en comercios nuevos, y muchos aseguran que repetirán.