Los usuarios deberán cambiar a Windows 10 si quieren seguir recibiendo actualizaciones
Las despedidas son difíciles y esta no cabe duda de que lo va a ser también: Microsoft ha anunciado el final del soporte de Windows 7, que cuenta con un gran número de licencias activas en el mercado. En realidad, los de Redmond han marcado el último aviso: el fin del soporte será dentro de un año, el próximo 14 de enero de 2020, un recordatorio en especial para el segmento corporativo y los responsables de las áreas IT para que vayan pertrechándose para el cambio ¿Hacia dónde? A Windows 10, claro.
Con este aviso, la firma de Satya Nadella pisa con cautela sin duda con el temor de repetir la pesadilla vivida con Windows XP, una versión tan querida por los usuarios que se resistían a abandonarla obligando a la firma a establecer prórrogas que eran sistemáticamente incumplidas por su legión de fans. Esta resistencia a actualizar a versiones más actuales genera enormes problemas para el ecosistema: el primero de ellos, de seguridad, porque la plataforma no da más de sí y no puede blindarse ante las crecientes y constantes amenazas, convirtiendo XP en un coladero para los hackers; pero también supone un problema para los desarrolladores que ven que sus modernos programas no pueden ser instalados en instalaciones viejas.
El cambio es imperativo y no va a quedar otra que actualizar a Windows 10 antes del 14 de enero de 2020, con lo que la firma elude todo tipo de responsabilidad ante un hack masivo o un ataque en servidores e instalaciones domésticas con esta versión a partir de esta fecha. “En la actualidad, la preocupación por la seguridad es el principal motivo por el que las organizaciones están actualizando a una plataforma moderna”, podemos leer en el blog de la firma. Y no va a quedar otra que actualizar obligando a renovar determinados equipos ya que los requisitos del sistema son superiores en Windows 10.
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